Hoy, 10 de octubre, he de informaros que, en mi caso, celebro dos acontecimientos muy importantes. Uno de ellos es mi cumpleaños (33 tacos ya, je, je), y el otro es la cuestión que realmente da sentido a este artículo: el Día Mundial de la Salud Mental. Dejando a un lado lo supermegachuli que es ser psicóloga y haber nacido precisamente tal día como hoy, prometo no daros la lata con eso ni un segundo más, de modo que por fin voy por fin a centrarme en lo que verdaderamente puede resultaros de interés, es decir, en el tema de la reivindicación del derecho a sentirnos mejor y a preocuparnos más por ello.

¿Acaso no vamos al dentista si nos duele una muela?, ¿o no acudimos a un taller si nuestro coche hace un ruido extraño? ¿No es cierto que nos metemos en la cocina de nuestra casa, o bien en cualquier bar, si de repente tenemos hambre o sed?, ¿y acaso no visitamos el cuarto de baño si nos pega un apretón? Y ahora yo os lanzo esta pregunta:  si veis completamente normal querer satisfacer todas estas necesidades, ¿por qué algunos de vosotros todavía tenéis dudas sobre si concertar una cita con un psicólogo sería o no una buena idea? ¿Por qué lo veis como un signo de debilidad o de flaqueza? ¿Acaso llevar el auto a pasar la ITV es cosa de perdedores?, ¿o ir a que nos empasten un diente es propio de fracasados, necios o inútiles? ¿Defecar u orinar es un defecto del que se puedan librar las personas de la élite? Si vemos con normalidad todas esas cosas, también deberíamos ver como algo cotidiano el hecho de querer sentirnos mejor con nuestra vida, ayudándonos para ello de los profesionales que hemos estudiado la carrera de Psicología precisamente con el fin de ofrecer ese tipo de servicios a la sociedad.

Hay muchos falsos mitos en torno a este oficio. Desde personas que piensan que solo los “locos” solicitan estos “tratamientos”, hasta otras que, sin llegar a ponerle la etiqueta de “locura”, están convencidas de que es preciso estar enfermo (es decir, sufrir un trastorno mental de la clase que sea) para que un psicólogo pueda hacer su trabajo. Pues bien, como os decía, esto simplemente son mitos que en nada se corresponden con la realidad. Al igual que alguien puede acudir a un centro de masajes para incrementar su bienestar y para pasar un rato agradable y liberar endorfinas, sin que sea requisito indispensable tener un diagnóstico realizado por un traumatólogo en el que se especifique que tiene una lesión medular (por ejemplo), tampoco hay que ser un “loco” ni estar “enfermo” para emprender una búsqueda que nos lleve al autodescubrimiento personal, a la adecuada gestión de nuestras emociones, a la resolución de problemas que nos estresan diariamente o a el cultivo de una autoestima más sana y más potente.

Así pues, lo que deseo reivindicar con este artículo es que la “salud mental” no ha de conceptualizarse exclusivamente como el remedio para sanar una o varias patologías psíquicas (que evidentemente existen, y también han de verse con mejores ojos y con mayor naturalidad), sino como un ente mucho más amplio, al igual que sucede, sin ir más lejos, con el tema de la alimentación. La “salud gastrointestinal” no se reduce a que quien tenga una úlcera tome pastillas, sino que se entiende como un estilo de vida en el que es positivo apostar por una dieta más equilibrada que logre prevenir la aparición de molestias demasiado habituales, tales como gases, acidez, pesadez de estómago, etc., y que también contribuya a un menor riesgo cardiovascular, entre otros múltiples beneficios. La “salud mental”, por lo tanto, debería empezar a verse desde esa misma perspectiva, y esas teorías de científicos de andar por casa en las que nos sentimos torpes o frágiles por querer recibir ayuda de cualquier profesional de la psicología deberían empezar a desecharse por no gozar de validez empírica alguna.

Hoy, 10 de octubre, no celebro, pues, únicamente mi cumpleaños, sino el derecho de todos a seguir cumpliendo años de la mejor manera posible. ¿Os animáis a celebrarlo conmigo? La primera sesión online es totalmente gratuita y sin ninguna clase de compromiso. Os ofrezco este regalo porque creo que os lo merecéis. ¿Por qué no ibais a aprovecharlo? Termino con esta reflexión, je, je.

Macarena Pinedo López

Escritora y Psicóloga (Nº de colegiada CM03154).

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Soy Macarena Pinedo López, psicóloga y escritora.

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